Creo que todos hemos sentido aveces en la vida esa sensación tan debilitante de la desorientación. Pero hay algo mas complejo que eso: estar desorientado y no darse cuenta de ello.
Pienso que no todos nuestros jóvenes se meten en problemas porque tengan heridas en su corazón que les "empujen" a buscar espejismos de amor en sus amigos. También aveces, por no tener criterios claros se meten en problemas y tardan taaaaaaaanto en darse cuenta.
Si ustedes van a una fiesta juvenil se darán cuenta que el 95% y mas de la música que les gusta a los jóvenes es el restregón, perdón reggaeton, en donde los muchachos bailan al ritmo de melodías (?) cadenciosas que invitan fácilmente al abrazo y a la cercanía. OK: me puede llamar malpensado, pero como soy hombre, sé bien lo que se siente la cercanía de una linda mujer (habrá alguna fea) cuando uno tiene mas hormonas que sangre en el torrente sanguíneo.
El punto es que una señorita que está bailando alegremente y sin mala intención con un amigo, puede no darse cuenta del coctel de hormonas en ebullición que recorren las manos y todo el cuerpo de su pareja. Cómo puede darse cuenta de ello? Estoy seguro que la mayoría de nuestras bellas flores que se están abriendo a la vida, no saben de lo que estoy hablando, pero igual puedenverse perjudicadas por ese tsunami que es un adolescente cuando ve una oportunidad de disfrutar un buen momento.
Ahí es donde es necesario un faro, una guía que muestre un punto de referencia que permita identificar el tsunami antes de que llegue a la playa y arrase con todo. Dónde encontrar un consejo desinteresado que piense solamente en el bien de esa chica y que no quiera aprovecharse de ella? Ese solo lo va encontrar en su papá que con su experiencia pueda mostrarle un camino en esas aguas y así llegar a puerto seguro. ¿o será que el novio/amigo/tinieblo o similar pensará en el bienestar de la señorita?
Los papás tenemos que aconsejar, sin miedo, con autoridad y amor al mismo tiempo, llamando las cosas por su nombre, pero sin crear terrorismos. Una vez, una colega mía en un colegio me decía que mi visión de los adolescentes varones era muy fatalista. A las madres y mujeres que lean esto y les parezca mi punto de vista pesimista, les puedo asegurar que la fuerza ciega de la naturaleza no se va controlar con que le digamos a un muchacho "eso no se hace".
Y yo añado, un buen padre tiene 77 años y sigue siendo ejemplo para sus hijos...
Un papá, lo que se llama papá, es una combinación extraña de razón y sentimiento.
Es aquel que sabe orientar y exigir, pero al mismo tiempo sabe amar.
Es aquel que al minuto de haber regañado con severidad, sonríe y guiña el ojo con ternura.
Es el que sabe decir no cuando es lo justo y sabe decir si cuando es lo conveniente.
Un papá zapatea duro cuando cumple su deber y anda de puntillas en la noche cobijando nalguitas y cuerpecitos fríos.
Un buen papá es el que después, de una dura jornada de trabajo, al llegar a casa abraza a sus hijos y se vuelve un niño jugando can ellos.
Un papá es aquel hombre que genera vida, que acompaña y da seguridad ofreciendo una mano firme.
Un papá es un higo que parece duro y espinoso por fuera pero es puro y dulce en su interior.
Un papá es un director de orquesta, es el constructor de un nido, es el maestro de la escuela de la vida.
Un papá es ante todo un hombre con corazón, que sabe señalar el horizonte con optimismo y confianza.
Un papá, un verdadero papá, tiene mucho de mamá, aunque tenga fortaleza de varón inquebrantable.
Un papá es refugio seguro para el hijo que llora y sufre...un papá es aquel que sabe escuchar y alentar a los hijos en las derrotas de la vida.
Un papá nunca muere, simplemente se esfuma para continuar mandando en su recuerdo con sus enseñanzas.
Los papás, son arriesgados, decididos, comprometidos y tenaces.
La vida de los hijos transcurre felizmente a la sombra de un buen papá, como el amigo y confidente que refleja la ternura, la bondad y el amor de Dios – Padre.