
Por políticas de google relacionadas con el SPAM, no podré seguir enviando estos mensajes de manera personalizada a su buzón de correo. Espero encontrar nuevas formas de comunicación entre todos.
Estuve buscando un titular que destacar para el post de hoy y quisiera dejar toda la página. Sin embargo, vamos a lo que me motiva a escribir esta sencilla nota. Parece increíble tener que decirlo de esta manera, pero hay que afirmarlo: estamos vivos. 500 mil personas se han congregado en Madrid, España para protestar contra el aborto, afirmando "que no existe el derecho a matar, existe el derecho a vivir".
De otra parte, si uno mira esfuerzos que se llevan a cabo en Estados Unidos, termina por darse cuenta que la muerte no nos va a ganar en esta batalla por una sencilla razón: la vida es sinónimo de oportunidades de metas por alcanzar, la muerte no tiene reversa, y eso lo experimenta uno cuando un ser querido pasa al mas allá: la muerte nos limita y no permite buscar alternativas, la vida es en sí misma, la alternativa.
Ver esas marchas y tantos esfuerzos coordinados me da una mezcla de sensaciones: en Colombia no creo que llegáramos a un porcentaje siquiera significativo de esas 500 mil almas españolas. Y ni hablar de hacer jornadas de 40 días de oración en frente de los abortuarios, como en USA. Y uno se pregunta, por qué pasa esto? Por qué si no hemos vivido esas carnicerías de permitir el aborto hasta un día antes de nacer y Colombia se confiesa mayoritariamente cristiana, no hacemos algo para no llegar a esos extremos de barbarie humana? Mi respuesta es igual de fría a la muerte misma: Parece que necesitamos experimentar las consecuencias de permitir el aborto a las mas tempranas edades de la mujer, permitir que las droguerías que les parece buen negocio jugar con la "madurez" de los jóvenes, vendan la pastilla del día después y permitir varias cosas mas igual de siniestras, para que nos concienticemos de que la muerte es soledad, abandono, frio, y un silencio que nunca acaba, tal vez porque en realidad es un grito ensordecedor (enloquecedor tal vez?) de ese bebe asesinado en el vientre de su mami.
El desafío está ahí: cada quien decide si contribuye a que la sociedad se concientice de la tragedia del aborto alimentando las estadísticas que les toca reconocer a los mismos abortistas respecto a las consecuencias de ese genocidio, o si por el contrario le decimos basta ya a una industria que obtiene sus ganancias con la sangre de inocentes y los sueños de nuestros hijos.