“Casarse, organiza el bolsillo.
Tener un hijo, organiza los sentimientos”
Acepto que la argumentación que presenté en mi anterior post, no parece ser muy conciliadora ni comprensiva con la causa gay. Acepto que se puede entrever ahí, mi rechazo a las uniones del mismo sexo. ¿Quién soy yo para no aceptarlas? Antes de presentar mis argumentos, hay que decir algo “poco taquillero”: los consensos y las coincidencias no pueden ser hechas sobre la base de aceptar lo que digan las personas, para disfrutar que “estamos de acuerdo”.
Como es obvio, debo utilizar el mismo modus operandi que he sugerido siempre: la discusión de las ideas debe primar sobre la persona que las presenta.
Comienzo entonces por discutir mis argumentos relacionados con el futuro de las uniones de mismo sexo, la segunda pregunta de mi post pasado.
El matrimonio es un proyecto de vida que busca el crecimiento de una pareja. Una parte básica y fundamental de ese propósito, es la expresión del amor, esa dimensión afectiva que hace parte del ser humano, que es el ser humano. A la cabeza de la manifestación del amor, está la creación y cuidado de la vida misma. Las ciencias que se ocupan de estudiar el ser humano, demuestran como, cuando una persona decide voluntariamente no procrear hijos ni cuidar la vida humana en sus diversas manifestaciones, experimenta dificultades que pueden llegar a comprometer su estabilidad emocional.
Por tanto, un matrimonio no puede desligarse de su condición procreadora (dentro de las condiciones en que cada pareja considere tener sus hijos); entonces, cómo podría considerarse matrimonio, la unión de dos personas del mismo sexo? Porque es claro que no habría lugar a la procreación.
Se sugieren entonces los bancos de semen, o un amigo, ojalá gay, que done su ADN masculino a una mujer lesbiana para tener hijos. ¿Y las parejas de homosexuales masculinos? ¿A cuál persona le gustaría que su papá, que su concepción, fueran el resultado de una unión casual por el mero deseo de su mamá de saber qué se siente la maternidad? ¿Cómo puede ser la educación de una persona, en cuanto a la consolidación de la imagen paterna, si es mas real un fantasma que su papá (¿o será mejor decirle su ADN?).
Todos peleamos con nuestros padres, especialmente en la adolescencia, pero… cuan importante son sus consejos, su ejemplo y su guía en esa presencia constante a través de la convivencia diaria. Repito la pregunta de nuevo: ¿quién querría por padre un ADN que se unió a su mama en un momento de pasión biológica y que no cumplirá las tareas de un papá, de un padre? ¿Quién se merece ese panorama tan sombrío? ¿Es esa una forma digna de comenzar la vida humana?
Las dificultades de las uniones del mismo sexo, se pueden ver en los argumentos que presento: problemas emocionales para las personas que deciden voluntariamente no tener hijos ni proteger la vida humana. Dificultades en la crianza de los niños al no poder consolidar una imagen paterna, ya que no tienen Papá, ni mucho menos Padre: tienen una “donación” de ADN en su sangre.
El 7 de febrero,
Dos preguntas finales: ¿vale la pena entonces permitir que se abra la caja de Pandora, dando lugar a estas dificultades emocionales tan complejas? Pero, de otro lado, ¿qué hacer con el derecho a ser feliz de una persona que se ha enamorado de otra de su mismo sexo?
Para lo primero, cabe meditar en cuanto a si TODA la sociedad debe verse expuesta al riesgo de las condiciones que enuncio, las cuales tampoco son soluciones para esa minoría. Para lo segundo, la felicidad de una persona gay, tendremos espacio sin duda, al hablar de nuestra tercera pregunta planteada en el post pasado. Pero desde ya lo digo: la verdadera aceptación de una sociedad, está en presentar caminos, caminos de vida, a TODOS sus miembros, para que puedan ser realmente felices.
En pocas líneas...
- Seguramente, si buscamos crear conocimiento defendiendo y protegiendo la vida, llegamos más rápido a la cura de de algunas enfermedades.
Mas información:
El Conocimiento al Servicio de la Persona
1 comentario:
Porqué te comentan tan poco? Te voy a seguir leyendo. Bendiciones.
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