Un desafío que me he impuesto es el de no repetirme en lo que escribo. Si se lee el encabezado que puse en el blog, uno puede pensar que los temas se repiten o se cruzan unos con otros. Por esto, algo que suelo hacer es relacionar nuestras cavilaciones, con temas de actualidad. Veamos como sale el experimento de hoy.
En días pasados fue noticia la muerte de un actor de cine en condiciones aún por esclarecer. Tal vez por su edad (28), o por las películas que protagonizó, en varios periódicos del mundo, la nota permaneció como destacada en las ediciones de Internet. Algunos que me conocen, dicen que soy conservador, o que excluyo con facilidad algunos argumentos. Yo, pienso que no es asunto de ser conservador, sino de llamar las cosas por su nombre: sin amarillismos o moralismos, sino con la frialdad de las ideas y las razones del corazón.
Pregunto: ¿es justo que esa noticia, lamentable, en la medida que fue un ser humano que parece que se suicidó, se lleve ese despliegue y la noticia del riesgo que pueden sufrir cientos de miles de mujeres de coágulos sanguíneos (Embolias pulmonares) por utilizar el parche anticonceptivo, solo merezca comentarios marginales?
Si un coágulo viaja por los vasos sanguíneos hasta llegar a uno débil, puede ocasionar su rotura y si esto es en el cerebro, la persona puede perder la vida en instantes. ¿eso no es importante? Las mujeres que les venden ese producto como una manera de ser dueñas de su propio cuerpo, ¿no merecen saber que están poniendo en riesgo su vida? Y si ellas ya son madres, ¿no les interesará saber que la decisión que están tomando puede alterar su salud y la crianza de sus hijos?