sábado, 13 de diciembre de 2008

La Ternura Masculina (2 de 2)

Podríamos decir que en el hombre hay una mayor inclinación a planear, a calcular (en el buen y en el mal sentido de la palabra) sus acciones para alcanzar las metas que se propone. En el post anterior de este tema, decíamos que la ternura es el puente que nos comunica con la vida a los hombres, ante el hecho de no tenerla dentro de nosotros, como las mujeres. La pregunta que me quiero plantear es: ¿cómo podemos ayudar a que los hombres sean mas tiernos, verdaderamente tiernos?

Primero, terminemos de mencionar cuáles son las situaciones-tipo en las que un hombre encuentra oportunidades para reafirmar su autoestima y su personalidad: el dinero, el poder y el afecto. Sin duda, que una mujer que quiere evaluar las calidades y los valores de un hombre debe tener en cuenta cómo se comporta en estas tres situaciones. Y son esas mismas áreas en donde debemos trabajar los padres para alimentar el corazón de nuestros pequeños.

En cuanto al poder, me parece que es necesario que les enseñemos una moral clara a nuestros hijos: bobo no es el que no roba en un cargo público. Bobo es el que cree que puede utilizar el presupuesto nacional para beneficio propio, quitándole a los mas pobres, oportunidades de progreso. Bobo es el que renuncia a utilizar sus capacidades intelectuales y busca cómo ganarse un contrato dando una comisión a un funcionario corrupto. Bobo es el que se cree inteligente por elegir ese camino fácil.

Mirando su corazón, hay que hablar claro respecto a las consecuencias de ese juego de decir te quiero por alcanzar una caricia o algo mas. Hay que mostrar el dolor en una mujer cuando se queda sola y engañada, y embarazada. Hay que mostrar que el aborto no es una salida ni aún en el caso extremo de una violación.

Nada como la caridad, para poder aprender, en vivo y en directo, las limitaciones del dinero. Nada como ver que una enfermedad incurable no puede ser borrada con el oro del mundo. Nada como ayudarle a nuestros hijos a que vuelquen su corazón al otro, para que descubran dentro de sí mismos, la ternura que los conecta con la vida.



Lo dífícil no ha sido aceptar que te fuiste; lo que aún no asimilo, es que no volverás.