lunes, 11 de diciembre de 2006

Dura Lex, Sed Lex

“La pareja ideal no es la que no tiene problemas;
Es la que aprende a lidiar con ellos de manera provechosa”

Algunas personas, me han hecho preguntas respecto a si es malo que los hijos crezcan sin la presencia de ambos padres, por estar ellos separados. Puesto que son experiencias muy duras que a casi todos nos han tocado en algún momento de nuestras vidas, y no quiero que una palabra mía pueda sonar a calificación de alguien que lea estos mensajes, me permito presentar un argumento “objetivo”, que se encuentra fuera de nuestra cultura:

Los romanos, creadores de muchas instituciones que permanecen en diversas culturas de hoy, crearon el matrimonio monógamo miles de años antes de Cristo. En este pueblo, con una clara tradición politeísta, y en ningún caso cercana al credo judeocristiano, muchas generaciones antes de la presencia de Cristo en esta tierra, habían acordado que en su sociedad el matrimonio era entre una mujer y un hombre.

Sin duda el matrimonio, monógamo y entre un hombre y una mujer, no es un capricho moral de nuestros tiempos, o de algún representante espiritual que quiera ganar reconocimiento público.

Un matrimonio, y una familia que se funda en una pareja establecida, es la mejor oportunidad para que nuevos miembros de una sociedad crezcan de una manera integral. Sin embargo, casi todos tenemos dificultades con nuestras parejas que ocasionan separaciones de hecho (vivir y dormir en camas y cuartos separados), o tal vez nunca ha habido convivencia (madres solteras). En estos casos, puede ser útil tener en cuenta lo siguiente:

  • Haga un acuerdo, si es necesario por escrito o ante autoridad legal competente, que incluya la forma de distribución de gastos (educación, salud, vestido, recreación y alimentación) entre ambos padres.
  • Incluya en ese acuerdo, la frecuencia y duración de las visitas del padre que no vive con el niño. Especificando también, si en las vacaciones el niño vivirá con él.
  • Debe haber un especial acuerdo en la forma en que se premia y castiga al niño de manera que éste no regrese en la tarde del domingo con una Xbox o con todo el vestuario nuevo, tan solo “por haber ido a la Iglesia y haberse portado bien”.
  • Separe la relación entre ustedes (especialmente si la comunicación es difícil), de la comunicación con el niño: en presencia de él no discutan y no se refiera nunca en términos peyorativos a su expareja.
  • Si alguna vez considera la posibilidad de volver son su pareja, concéntrese en buscar motivos de ambos para continuar juntos. Esos sacrificios “de telenovela” de vivir juntos por los hijos, suelen terminar mal, muy mal.

Una pregunta final: si hasta los romanos miles de años antes de nuestra era, tenían claro que la mejor manera de crianza de los hijos es dentro de un matrimonio, ¿debemos legislar como grupo humano, (al costo de poner en peligro nuestra viabilidad como sociedad), para la minoría que está de acuerdo con las uniones del mismo sexo?

En pocas líneas...

Mas información:
El Conocimiento al Servicio de la Persona

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